En la obra podemos ver como el poder de las palabras
proféticas es el hilo conductor de la obra. Nos encontraríamos en la tesitura
mágica ancestral que utiliza Lorca como rasgo popular y tradicional condenado
al ostracismo desde que la Iglesia así lo quiso.
Los coros son de
origen clásico y FUNDAMENTALES para la incitación a la muerte, el poder que
ejercen es inalterable, no hay nada que pueda impedir la tragedia que ocurrirá
sí o sí. Estas voces serían la demarcación inconsciente entre lo que percibimos
y la realidad. Los antiguos griegos sabían esto y lo utilizaban en sus obras
como la conciencia del ser. En la obra, el coro, se hace más grandilocuente en el tercer acto.
Los personajes que lo conforman van desde la vecina hasta las muchachas.
NIÑA: Sobre la
flor del oro
Traen a los muertos
del arroyo.
Morenito el uno,
Morenito el otro.
¡Qué ruiseñor de
sombra vuela y gime sobre la flor del oro!
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Coro del teatro griego |
El poder de la luna también es un elemento
clásico y distorsionador que orquesta, de algún modo, la naturaleza o las
acciones de todos los seres que forman el mundo. La luna se personifica en la
obra como un joven leñador que nos recuerda a aquellos dioses clásicos bajados
del Olimpo que se personificaban en distintos elementos para poder tener un
contacto más directo con los humanos.
La
influencia lunar determinadora. Los presagios de la muerte próxima que se han
venido sugiriendo durante toda la obra se hacen realidad en un monólogo que
tiene la luna, el cual termina así:
LUNA:
¿Quién se oculta? ¡Afuera digo!
¡No! ¡No podrán escaparse!
Yo haré lucir al caballo
Una fiebre de diamante.
La Madre representaría a la madre tierra – otro
elemento clásico presente- pues ella anima a su hijo a que siga con el linaje y
su poder es mantener a todos los que le rodean , tendiendo a una
sobreprotección argumentada con el hecho de las pérdidas familiares que ha
sufrido; siendo un factor determinante en la obra.
MADRE:
Tu padre sí que me llevaba. Eso es de
buena casta. Sangre. Tu abuelo dejó un hijo en cada esquina. Eso me gusta. Los
hombres, hombres; el trigo, trigo.
La religión es otro poder que podemos leer
entre líneas en la obra. El final es muy revelador: la Novia es una virgen, hay
una cruz y la Madre queda desolada. Lo profano y lo cristiano se juntan para
formar un maremágnum de sensaciones agridulces que denuncian una situación
inmovilista, repitiendo situaciones trágicas que podrían evitarse. No es así.
No pueden evitarse por un designio oscuro incapaz de cerrar heridas.
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