miércoles, 25 de junio de 2014

Violencia en BODAS DE SANGRE


Esta magnánima obra fue inspirada por una muerte violenta. La historia ya venía de lejos. Allá por el año 1928 un joven Lorca leyó una historia trágica ocurrida en Níjar (Almería). El periódico de la época relataba como una novia había escapado a caballo con otro hombre el día anterior a su boda. La honra –siempre presente en nuestra historia desde lo más antiguo- se perdía para aquella familia andaluza y, por ello, el hermano de la novia fugitiva fue tras el amante y lo asesinó con algunos disparos a quemarropa.
La Madre recuerda como las armas afiladas se llevaron a su hijo:

MADRE- ¡Veintidós años! Esa edad tendría mi hijo mayor si viviera. Que viviría caliente y macho como era, si los hombres no hubieran inventado las navajas.

El caballo también es un mal presagio y nos obliga a darnos cuenta de la fatalidad que va a acontecer. Es el símbolo de la sensualidad y la vigorosidad. Su violencia pasional los ha llevado hasta el sacrificio supremo.

LEONARDO. ¿Quién le puso al caballo bridas nuevas?
NOVIA. Yo misma. Verdad.
LEONARDO. ¿Y qué manos me calzaron las espuelas?

NOVIA.  Estas manos que son tuyas,
Pero que al verte quisieran
Quebrar las ramas azules
Y el murmullo de tus venas.
¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Aparta!


                
El sacrificio (la muerte) se ha convertido en un hecho. Leonardo y el Novio se han matado mutuamente. El cuchillo que adelantaba la Madre al principio, es el que ha ocasionado la tragedia final. La agresión violenta ya fue predicha por los distintos elementos de la obra: duelos que no acaban de terminar, habladurías de ese pueblo inmovilista y sin intenciones de cambio o una naturaleza que clama sangre y venganza.

MADRE.  Vecinas: con un cuchillo,
Con un cuchillito,

En un día señalado, entre las dos y las tres,

Se mataron los dos hombres del amor.

La sangre es transformadora en la obra. Es fuente de vida y de muerte. La condición humana está representada en su derramamiento y en el color rojo de la madeja que devanan las jóvenes en el tercer acto (como si fueran las parcas) que designan el futuro de los hombres.
La violencia es el resultado de una inconformidad interior a lo que está impuesto de una forma extrema y a Lorca llega a ella por medio de una sutileza y una prosa poética que, incluso, llega a dignificar las acciones de los hombres.

                          

 

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